Mi regalo de cumpleaños. (365 dias alrededor de la Tierra)

Casi sin darme cuenta he superado el año desde que salí de Logroño aquel 29 de marzo. Cuando ves cosas nuevas cada día todo pasa tan deprisa. El mundo gira y el viajero también y así va pasando el tiempo de manera vertiginosa.

De esta forma me desperté el 29 de marzo, y esa mañana para empezar las celebraciones y no perder la costumbre crucé una frontera como quién desayuna un café con leche, regresando a los Estados Unidos después de pasar tres fantásticos días en México lindo.

Ya en Los Angeles me registré de nuevo en mi “casa”, o lo que es lo mismo, el albergue en el que había pasado otras tres noches anteriormente. Porque cuando se viaja es curioso, pero volver a un sitio donde uno ya ha estado siente como la propia “casa” por muy extraño que parezca. La noción de familiaridad cambia completamente de sentido, y bastan un par de días para agenciarse una nueva “casa”. Es una sensación extraña pero muy agradable.


Descansé un par de horas y paseé una vez más por Hollywood, la tierra de las películas. Para la tarde tenía mi sorpresa de cumpleaños preparada: ir a ver un partido de la NBA al Staples Center. Con Gasol lesionado y los Lakers jugando fuera de casa mi única opción eran los Clippers, o los hermanitos pobres.


Pero por suerte los Clippers jugaban esa noche contra los Grizzlies de Juan Carlos Navarro, así que la providencia me estaba guiñando el ojo de manera descarada. Los billetes para ver a los Clippers son muchísimo más asequibles y económicos que los de sus hermanos ricos, así que no tuve problemas para tener un muy buen asiento por 85 dólares.


Después de 16 años, y por segunda vez, iba a presenciar un partido de la NBA. El Staples es un escenario maravilloso y los estadounidenses saben mejor que nadie cómo dar espectáculo. Las cheerleaders resucitan a un muerto y la gente tiene ganas de divertirse, así que el ambiente es fenomenal. Antes de comenzar que no falte el himno nacional, cantado por alguna estrella o estrellita en ciernes. La verdad es que yo no conocía a la chavala pero cantaba muy bien.

El partido comenzó y disfruté del baloncesto como antes. No sé cuantos años hacía que no veía un partido en directo. Las cosas han cambiado bastante en los últimos años y de todas formas, estos equipos de la NBA ya no impresionan tanto como antes.

Quién lo hubiera dicho: que yo pudiera fardar en Los Angeles, cuna de uno de los mejores equipos de todos los tiempos, de ser los españoles actuales campeones del mundo. Desde luego, nadie lo hubiera creído hace 10 o 15 años. Me dio rabia ver a nuestra “Bombita” desperdiciado en el banquillo con el talento y el desparpajo que tiene. Le dieron muy pocos minutos y aparte tampoco fue su noche, para que negarlo.


Yo intenté en un par de descansos acercarme al parquet para saludarlo, pero fue imposible por el personal de seguridad que tienen en cada sector, que no deja un solo cabo suelto. Al final los Clippers acabaron llevándose el gato al agua sin demasiados agobios. Yo disfruté de mi regalo y regresé a “casa” sin esperar a que salieran los jugadores. Ya sabéis, me hubiera hecho ilusión saludar a la Bomba, pero pensé que con el tiempo amenazando lluvia, la hora de espera, y la más que probable decepción de ver como una muralla de gorilas me impedían acercarme a menos de 5 metros de distancia… tal vez no merecía la pena.

Y de todas formas, después del año siempre llega el día 366 y el 367, y nuevas historias y experiencias que esperan a ser contadas.



lUn fuerte abrazo para todos, ya salgo para Las Vegas, nos vemos por aquí.